Abstract:
Los procesos judiciales son similares a cualquier juego de estrategia, llámese ajedrez, damas, estratego, etc. En estos juegos, aquel que mejor planifica el movimiento de cada ficha, es quien asegura el resultado final. La estrategia, que tal vez se diluía en el sistema escrito, se observa en su máximo esplendor a raíz de la publicación del Código Orgánico General de los Procesos (de aquí en adelante referido por su abreviatura COGEP) el 22 de mayo del 2015, pero vigente en su totalidad solo a partir del 22 de mayo del 2016, que consagra la preeminencia de la oralidad que hasta entonces era campo privativo del Derecho Penal para todos los procesos en el Derecho Privado. La meta de nuestro juego de estrategia es convencer al Juzgador de que nuestra versión de los hechos sometida a su juzgamiento es la correcta. Así, los juristas debemos considerarnos directos herederos de la ciencia del persuadir, o retórica, de la cual fue máximo exponente el gran filósofo Aristóteles (384-322 a.c.), quien la consideró un arte correlativo de la dialéctica, que “… por controlar el lenguaje, la comunicación misma, es un conjunto sistemático de conocimientos, tan sistemático como el lenguaje mismo, es un “arte” (tékhne), una filosofía que transmite la única verdad posible, que es la verdad transmitida por el lenguaje y por tanto político-social.”. (López, 2016)