Con este número, vuelve a circular el Boletín Democracia, Seguridad y Defensa PUCE, luego de una involuntaria interrupción debida a la pandemia que nos aqueja a todos. Su contenido se orienta a llamar la atención sobre aspectos que han salido a la luz a propósito de la más grave manifestación de una tragedia humanitaria de los últimos tiempos en el Ecuador, la crisis carcelaria. En realidad, más allá de los limites carcelarios, estos conmocionantes sucesos apuntan a los indicios de una degradación de las instituciones del Estado y de la Sociedad, puesto que no solo la justicia está en juego, sino también la misma mentalidad de los ciudadanos, podríamos decir que la moral pública manifiesta en opiniones que exigen una mayor punición. La violencia, el más humano de los atributos de nuestra especie, en condiciones de lucha por la sobrevivencia, ha sido controlada por la cultura a través de la historia, a partir de acciones mínimas, admitidas solamente por el temor a la extinción posible, a las que hemos dado en llamar instituciones. Ésta es en el fondo la paradoja de existencia, como veneno y como remedio. Nadie, a través de los tiempos obedece con todo su gusto a las normas, a los controles autoimpuestos por la sociedad, el mismo Estado como aparato sobrevenido a la Sociedad en una suerte de autosacrificio (a la manera de la teoría hobbesiana). Lo que se busca es una vaga idea de orden, cualquiera que sea, con tal que se haga posible vislumbrar un futuro aunque este sea incierto.