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La teoría y métodos de las Relaciones Civil-Militares no solo son un ámbito importante, sino que incluso puede bien decirse que elemento fundante de la Ciencia Política moderna. Las diversas interpretaciones (clásicas y contemporáneas) relativas a este campo de estudios conceden un valor esencial al análisis del poder. Los fenómenos históricos constitutivos de la concentración del poder que llevaron a la aparición del Estado como eje de organización política por excelencia, y sus progresivas transformaciones a través del tiempo, demuestran las múltiples opciones y arreglos para la organización de fuerzas –grupos especializados- orientados a la protección del grupo social contra los peligros “de afuera” y favorecer la existencia de un orden hacia adentro, necesarios para la permanencia del grupo en mención. Ya contemporáneamente, para Max Weber, el poder que implica el uso de la fuerza por el Estado debe ser “legitimado” por los ciudadanos, puesto que, de otra manera, no será eficiente. En la sociedad actual, integrada por individuos cada vez más conscientes de sus derechos y dispuestos a reclamarlos, no basta con que esa legitimidad sea cuantitativa –los votos– sino que debe ser moral. En este sentido, la democracia se fortalece y acrecienta cuando la voluntad de los ciudadanos a acatar leyes y disposiciones –en este caso relativas al uso y manejo legítimo de la fuerzaocurre bajo el convencimiento de que, por su idoneidad moral y profesionalismo, tales fuerzas van a garantizar el bien público de la defensa sin atropellar los derechos incrementales de las personas a la libertad, la igualdad y la oportunidad de visualizar razonablemente un futuro adecuado de convivencia social y realización personal dentro del territorio del Estado.