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Siendo tradicionalmente el sector más olvidado y relegado de las preocupaciones de las clases políticas de América Latina, la Seguridad está demandando urgentes desafíos en la construcción de capacidades del Estado, aumento de presupuestos y rápida codificación de experticias de todo género. Experiencias precisamente -compartirlas, asumirlas y reflexionar sobre ellas con la solidez, desapasionamiento y tiempo necesarios- es lo que más hace falta. A pesar de los esfuerzos de muchas instituciones e investigadores individuales por medir y mostrar datos que ilustren el tamaño del fenómeno y sus múltiples facetas y dimensiones, también es importante discutir profundamente sobre lo que implica la inseguridad como fenómeno social. Conminados a presentar resultados, los gobiernos ensayan medidas apresuradas dentro de un continuum de ensayo y error. En este número del Boletín DSD se insertan como telón de fondo, dos ensayos sobre la situación boliviana cercana en muchos aspectos a la ecuatoriana en términos culturales y sociales; porque las respectivas Constituciones proponen un modelo de sociedad semejante (el buen vivir); las dos – en diversos niveles y grados- han soportado largos procesos de inestabilidad política y han exigido cambios radicales a sus nuevos grupos políticos en el poder. Hacer rápido implica promover los cambios desde arriba –por decreto- aspecto que contrasta, en cambio, con la exigencia popular de controlar a los gobiernos desde abajo, desde las bases sociales. Una ecuación donde los dos términos están en construcción permanente y pueden llegar a ser contradictorios. Tal como lo propone Theo Rocken, tanto el buen vivir, como el sistema de control ciudadano sobre los gobiernos son aún muy jóvenes, deben escapar de la coopción ideológica y traducirse en políticas públicas concretas. Esas ambigüedades se traspasan a los modos de actuar; si bien a largo plazo se quiere un modelo de seguridad ciudadana basada en el buen vivir; en el corto se acude a la fuerza militar. No se conocen las instituciones policiales y militares; se presume que pueden actuar concomitantemente y no se sabe a ciencia cierta sus límites. No están preparados aún los ministerios del interior que siguen anclados en las perspectivas de los ministerios de gobierno de hace 40 años.