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En este mes de Junio, la Comisión Legislativa dio paso al texto definitivo del proyecto de Ley de Seguridad Pública y del Estado y lo envió al Ejecutivo. Este es un hecho de enorme significación para el país y exige el seguimiento de rigor. El intento de cambiar la doctrina y la letra de la Seguridad Nacional, introducida por las dictaduras, y que ha regido por más de 46 años en este país, es un cometido histórico importante encarado por el gobierno actual. Sin embargo, llama la atención que el proceso de discusión y de elaboración de semejante cambio de doctrina haya transcurrido casi en las sombras. Las memorias de los encuentros, que circulan con poca difusión, hablan de una amplia consulta a sectores sociales, organizaciones y movimientos, en diversas provincias del país lideradas entre, julio y agosto de 2008 por el entonces ministro de Seguridad Interna y Externa, Gustavo Larrea con el apoyo del Centro Carter y de la ALDHU. También los ministerios de defensa, relaciones exteriores y comercio, gobierno, cultos y policía, subsecretaría de riesgos, subsecretaría de corrupción habrían contribuido con sus análisis de las amenazas a la seguridad en cada sector y de las estrategias para enfrentarlas. Detrás de la profusa retórica de los textos de la "Estrategia de Seguridad Interna y Externa; soberanía y democracia", se concibe una actitud demagógica que no pasa más allá de la fenomenología de los hechos y pretende sacar de allí toda una doctrina y armazón institucional de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional. Las consultas sirven como siempre de cortina y esconden la falta de experticia y de un acercamiento más científico a la problemática tan compleja de la seguridad en el mundo actual. Esto se confirma si se analiza el escabroso camino que han seguido los representantes del régimen para plasmar en la letra de una Ley toda la retórica acumulada. Desde un proyecto elaborado por el mismo COSENA, portador de la antigua doctrina que intentaba pasar por nueva, a través de varios proyectos discutidos siempre con premura en la Comisión Legislativa, hasta varios intentos –uno de ellos sobre Inteligencia– circulados por la prensa en medio de sospechas.