En octubre de 2008 el Ministerio de Seguridad Interna y Externa anunció la preparación de una nueva Ley de Seguridad Nacional que supere el atraso doctrinario del país en esta materia. El propósito es loable; en América Latina es el Ecuador el único país donde permanecen inmutables las caducas doctrinas y estructuras de la Seguridad Nacional de la Guerra Fría. Pero, si bien es preciso reconocer que el actual gobierno ha introducido por primera vez los temas de la Seguridad como una prioridad de política pública, los pasos hacia el cambio son aún erráticos y poco consistentes. Aparte del nuevo sistema de prevención de riesgos y emergencias (antes Defensa Civil) que extrañamente permanecía como un tema militar, otros proyectos han sido poco menos que inútiles por lo apresurados, faltos de consistencia científica y técnica, escasamente debatidas en foros especializados. ¿Quién entiende que sea necesario un "Ministerio de Seguridad Interna y Externa", estorbando la labor directa que deben tener los ministerios de Defensa, y Gobierno en la conducción de organizaciones como las Fuerzas Armadas y la Policía, respectivamente, y el papel del Ministerio de Relaciones Exteriores en política internacional? El "Plan Ecuador de paz y desarrollo" demostró ser un total fracaso cuando los sucesos del primero de marzo de 2008. Pocos pueden confiar en la objetividad y utilidad de un informe de Inteligencia como el presentado hace poco por una Comisión. La Ley de Inteligencia necesita amplio debate.