El tratamiento de los temas de Seguridad, la amplitud y transparencia con que la sociedad asume su discusión pública, el conocimiento que de él tengan las autoridades gubernamentales y el uso que hagan de este conocimiento para orientar las políticas públicas, son indudablemente poderosos indicadores de la fortaleza o debilidad de un sistema político y en general de la cultura política de una comunidad. El fin de la Guerra Fría, en los años noventa del siglo XX, la entrada exitosa de la comunidad académica al estudio y análisis de estos temas y la necesidad imperiosa de las democracias renacientes después de las dictaduras, han sido en América Latina los incentivos más importantes para el desarrollo de los conceptos y de las instituciones de Seguridad. Se entiende también con más claridad que ésta es un área que abarca diversos ámbitos y especialidades, y que es proclive a ser analizada y practicada desde múltiples perspectivas (estrategia y política internacional, diplomacia, defensa, seguridad y orden público, protección civil) y procesos de gestión, administración y operación (ministerios, comisiones parlamentarias, fuerzas y cuerpos de defensa, seguridad interior, protección de la comunidad). La mayor parte de estas dimensiones tienen que ver con el Estado Nacional y con su capacidad para sobrevivir y permanecer en tanto unidad política por excelencia, representando y gestionando los intereses de su sociedad en un orden internacional cada vez más cambiante y exigente.