Abstract:
El torrente de imágenes drásticas de las con-secuencias tangibles de la acumulación de plásticos en los océanos es imparable; en Europa, desde hace algunas décadas, y en Ecuador, hace poco más de dos años. Todos los medios de comunicación tradicionales, redes sociales y nuevas tecnologías nos enfrentan continuamente a una realidad apabullante: dentro de nada tendremos más plásticos que peces en el mar y el 99 % de las aves marinas habrá consumido y sufrido las consecuencias del plástico para 2050. Nuestra actitud ante el plástico se queda corta. La falta de reciclaje no es sino uno de muchos problemas clave. Pongámosle cifras al asunto en nuestra realidad inmediata. Hasta mediados de 2017, máximo cuatro de cada diez familias ecuatorianas reciclaba la basura en la fuente: un dato demasiado optimista. Con 4’000 000 de toneladas de residuos sólidos producidas al año a nivel país y 1’000 000 susceptibles de reciclar-se, solo 250 000 se recuperan. ¡Abrumador! En Quito, cada persona genera 0,79 kg de basura a diario y su huella se reduciría a 0,20 kg si reciclara. Resulta frustrante que la gestión de esa basura no reciclada cueste y no precisamente poco.