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Desde comienzos de los noventa, en medio de lo que entonces se llamó “el fin de la Guerra Fría”, se empezó a hablar de la “reconversión” de las Fuerzas Armadas en América latina, y en la Europa del Este. El término se refería básicamente al proceso mediante el cual se esperaba que los ejércitos que se habían desarrollado bajo los principios de la Seguridad Nacional, del “enemigo interno” y en algunos casos bajo de la guerra civil, como en Centroamérica, se reconciliaran con sus ciudadanías, enrumbándose hacia el Estado de Derecho y por tanto hacia su subordinación al poder civil, acatando la constitucionalidad democrática. Coincidentemente, en Europa del Este el proceso tuvo idéntico significado. Esto supuso un esfuerzo por integrar las políticas de seguridad, defensa y militar dentro de la administración pública. Aliviado el peso de la Guerra fría los ejércitos de Occidente se modernizaron rápidamente; redujeron su tamaño; se profesionalizaron cambiando arcaicos sistemas legales y de educación. Orientaron sus objetivos hacia la paz. Todo ello bajo una nueva legislación impulsada por las dirigencias políticas y con el protagonismo de los parlamentos de los respectivos países. También los ejércitos de Europa oriental que durante la época del autoritarismo se acostumbraron a obedecer al poder político se adaptaron bien a las nuevas circunstancias. Salvo contados casos, no ocurrió lo mismo con las Fuerzas Armadas de América del Sur que resintieron de resignar poderes largamente detentados. Pero en los últimos años se han multiplicado esfuerzos y experiencias exitosas. No se puede negar el enorme avance de las FF.AA. chilenas. Durante los noventa, el Congreso argentino produjo las leyes de Seguridad interna y Defensa Nacional. Casi todos los países tienen ministros civiles de la Defensa y cuentan con comisiones especializadas en defensa y seguridad. En el Ecuador, los militares entendieron la modernización como la elaboración del “Libro Blanco de la Defensa” (2002). Pero el verdadero proceso puede estar comenzando recién. En el Congreso Nacional se encuentran en curso algunos proyectos: un proyecto de reforma constitucional, que incluye al sector defensa y seguridad, impulsado por la Comisión de Asuntos Constitucionales. Los proyectos de “Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas” y de “Reformas a la Ley de Personal de las Fuerzas Armadas”, presentados por el Diputado Ramiro Rivera, Vicepresidente del Congreso. La Ley de Acceso a la Información Pública, auspiciada por la Asociación de Periódicos y varias organizaciones civiles, ha sido aprobada generando inmensas expectativas. En estos tiempos de “guerra preventiva” el mundo parece dar marcha atrás en el camino hacia la democratización de la fuerza. Pero la nefasta experiencia de la Guerra Fría debe impulsarnos a no repetirla. Poner a las Fuerzas Armadas bajo el ordenamiento jurídico democrático, recolocar la responsabilidad de la política sobre la conducción de los temas de defensa y seguridad es una urgente necesidad. En definitiva son los ciudadanos, como contribuyentes, los que deciden qué tipo de organizaciones de fuerza legítima quieren tener y en qué quieren gastar.